
No se por qué. Siempre que leo ese encabezado que reza en las páginas del FaceBook aquello de ¿qué estás pensando?, parece que me siento como obligado a responder. Será esa maldita educación que recibió uno, basada en dar una explicación de todo lo que hace; o quizá se trate de aburrimiento, o de ganas de contar algo. Cualquier cosa.
Pero bueno, puestos a responder, todavía no me hago a hacerlo por esas latitudes. No manejo bien aquél idioma, ni sus maneras y, en cierta forma, sigo prefiriendo además a este mi viejo cuaderno que ya con el tiempo, y la compañía de sus versiones anteriores, ha ido acumulando entre sus páginas -es un decir-, una estimable parte de los últimos años de mi vida.
Vale, pero ¿en qué pensaba antes de comenzar a divagar?.
Ahora pienso en un pedazo de pan tostado acompañado de una generosa porción de mantequilla bretona de baratte. ¿Bretona? ¿de baratte?. Sí a lo primero pues para mi gusto, y para el de muchos, es de las mejores que puede haber en una mesa. Es francesa, lo cual da licencia para hacerla con nata cruda, y batida en baratte -paso al si a lo segundo-, que es esa especie de zambomba, en la que tras un proceso de cerca media hora, este manjar adquiere ese sabor tan especial, y una cremosidad muy agradable para el paladar...
¿Alguien da más?. Si, si el susodicho pan es de los que cumplen las 6 leyes de Antoine Agustin. ¿Que qué es eso?: dejadme hacer mi sueño realidad, mezclando en cada uno de los bocados que voy a dar la sensación de una profunda cremosidad, sobre la base de un aromático y crujiente pedazo de pan... Otro día les cuento lo del tal Agustin.