martes, 12 de agosto de 2008

Vacaciones

viernes, 8 de agosto de 2008

Minerva Britannica


Esta es una página del Minerva Britannica or a Garden of Heroical Devises de Henry Peacham, una curiosa colección de textos moralizantes en verso, acompañado cada uno de ellos de una ilustración alegórica. Las hay realmente curiosas, llenas de ingenuidad y referencias a la emblemática renacentista.

La que muestro, aquí titulada "virtute aut vitium sequi genus" , que quiere decir algo así como que la virtud y el vicio se transmiten a menudo de padres a hijos, me ha parecido realmente curiosa. En ella se muestra un hombre, al que hay que suponer de un lejano reino -de Libia dice el texto-, pues así lo da a entender la lanza que lleva en una de las manos y el fondo esquemáticamente oriental, comiendose una serpiente.

Además de en el propio verso que acompaña a la ilustración, he encontrado algo que me explicara la razón de tan curiosa dieta en "The English Emblem Tradition" donde vemos repetido, en diferente dibujo, el mismo festín.

El Minerva Britannica lo tenéis digitalizado aquí.

Por algún motivo que desconozco, y sin premeditación alguna, llevo una semana hablando de serpientes.

martes, 5 de agosto de 2008

La encantadora de serpientes

Ocurre que a uno la curiosidad le lleva allá por donde ella quiere, sin reparar en el camino que me había trazado, desdeñando intereses, deberes o conveniencias, para conducirme por senderos que apenas se mencionan en los itinerarios, y por los que al final -tras olvidar el extravío merced al hallazgo de un hermoso arroyo, una bella panorámica o el desconocido canto de un ave-, termina uno siempre encontrándose con una interminable pared rocosa que le despierta de sus ensoñaciones, maldiciendo los hados que le han hecho salirse de su ruta y perder el tiempo en tan yermos entretenimientos.

Para que esto suceda, es condición necesaria, aunque no indispensable, que uno tenga tiempo. Y esto sólo ocurre cuando se está de vacaciones -que no es mi caso-, fin de semana -que tampoco lo es-, fuera del trabajo -no-, o en ese particular estado de relajo al que un amigo visitante de esta casa le dio la denominación genérica de “ausencia del jefe”.

Pues bien, estando yo en esta última circunstancia, revisaba tranquilamente mi cuaderno hasta que me detuve en la anotación que tiene fecha del viernes pasado. En ella se habla de un espectáculo que se celebró en Madrid allá por los años 80 del siglo XIX. La dichosa curiosidad me hizo preguntarme por quienes fueron realmente aquellas personas que en ese momento de sus vidas coincidieron, de una manera u otra en aquél espectáculo.

¿Adam Forepaugh?, la verdad es que no fue difícil dar con él, pues basta con buscarlo con el google y descubrir que se trataba del típico “self made man”, que tanto gusta a los difusores del sueño americano: de humildes orígenes, entró de mozo en una carnicería cuando apenas levantaba unos palmos del suelo, y treinta años después era un próspero empresario del mundo del espectáculo circense... La búsqueda de este personaje tiene un aliciente añadido, y es que el curioso se encontrará con facilidad extensas colecciones de carteles circenses del siglo XIX, llenos de un especial encanto.

De “el simpático Tony Grice”, también parece que hay bastante que decir, pues por lo que leí, se trata del primero de tres generaciones de Clowns afincados en Sant Adrià de Besòs, aunque el primero de ellos procedía de Inglaterra. La fama de esta casta de humorista llegó a cruzar fronteras y océanos, haciendo de los Tony Grices con sus acrobacias sobre todo tipo de animales y sus ingeniosos diálogos con el augusto de turno, una de las presencias más solicitadas en las principales pistas circenses del mundo.

Pero la que a mí más me interesaba era, casualmente, la que resultaba mas difícil de atrapar: la que según el cartel anunciador se llamaba Nata Damajaute. No es de extrañar, pues es imposible resistirse a desvelar un origen incierto, el misterio de un nombre y, más aún, a ese irresistible poder de fascinación que provoca un espectáculo de tal sensualidad, que tenía ademas la virtud de referenciar a aquella lejana y primigenia Potnia Theron, por un lado, y a la serena y protectora Mami Wata, por otro.

Parece que la historia de la encantadora de serpientes comienza con un tal Breitwieser, un conocido cazador de la época que fue contratado por un empresario circense de apellido Hagenbeck para viajar al Sudeste de Asia y a las islas del Pacífico, con el objeto de traerle reptiles, insectos y cualquier otro animal que pudiera atraer la atención de su público.

No le debió ir mal al cazador pues, según se contó entonces, se trajo consigo además de una extensa colección de fieras y reptiles, una misteriosa esposa, procedente de Samoa o Borneo, que respondía al nombre de Maladamatjaute. Aquella extraña mujer tenía la sorprendente habilidad de encantar a las serpientes, y jugar con ellas en torno a su cuerpo de la misma manera que por aquella época podía verse en los exóticos grabados realizados por los viajeros procedentes de las tierras de oriente.

Poco después de su llegada a Hamburgo, alrededor de 1880, Maladamatjaute comenzó a trabajar en el espectáculo de Hagenbeck, con tanto éxito que pronto atravesó el Atlántico para ser aclamada en los Estados Unidos, donde un periódico de Filadelfia la anuncia en 1885, con una ilustración en la que se le ve rodeada por muchas serpientes y sosteniendo en lo alto sobre su cabeza a dos de ellas, mientras otras tantas se enroscan alrededor de su cuerpo. Ya por aquél entonces había cambiado su nombre:

"Nala Damajanti - la Emperatriz del Mundo de Reptil – la mayor y más asombrosa encantadora de serpientes del Indostan".

Maladamatjaute debió viajar mucho durante las dos década que llegan hasta 1900, y trabajó para los más importantes empresarios circenses del momento: Adan Forepaugh, Wilhelm Zimmermann, y el mismo Hagenbeck que la descubrió, entre otros. Pero su mayor éxito sin lugar a dudas fue el que tuvo en el “Folies Bergere” de Paris a finales de 1886, donde se le anunciaba con un cartel que decía "Nala Damajanti - Charmeuse Hindoue".

Parece ser que Nala siguió actuando durante todos aquellos años tanto en Europa como en los Estados Unidos bajo nombres ligeramente diferentes (Maladamatjaute, Nala Damajanti, Nata Damajaute,...). Tan famoso como su poder sobre las serpientes, y seguramente con el mismo capacidad de reclamo para el público, eran el aspecto con el que se presentaba a las funciones y que era, en cierta manera, su más perfecta obra: adornaba su cabeza una espesa cabellera negra y ondulada, separada por una raya al medio, se presentaba ataviada con un vestido de aire hindú, lleno de adornos, un corpiño apretado, numerosos collares y unos característicos pendientes de aro.

Sin embargo, y para quién haya seguido leyendo hasta aquí con algún interés, hay algo que quizá pudiera romper todo el misterio y encanto de esta curiosa historia. Al año siguiente de haber sembrado tantos éxitos en el Folies Bergeres, el autor Georges d' Heylli publica su Dictionnaire Des Pseudonymes, en el que dedica unas líneas a nuestra encantadora de serpientes, contando lo siguiente:

“Nala – Damajanti. Encantadora de serpientes en el Folies-Bergères donde causó sensación a finales del año 1886. Decían que era india, y fue presentada por el célebre Barnum. Un proceso donde ella figura en marzo de 1887 revela al público la verdadera nacionalidad de Nala-Damajanti, la cual se llamaba más sencillamente Émilie Poupon, y que había nacido en Nantey (Jura) el 4 de julio de 1861, muy lejos de las orillas del Ganges como se ve”.

Poco parece que importó el misterio supuestamente desvelado, pues como ya ha quedado dicho, a Nala le quedaban por aquél entonces todavía muchos años de éxito entre las gentes que queriéndolo o sin querer, seguían viendo en ella a una misteriosa y exótica encantadora de serpientes.

lunes, 4 de agosto de 2008

Último recuerdo

Ni siquiera se paró. Tan sólo agitó su mano mientras desaparecía en la lejanía.

- En otro momento -pensé-, quizá cuando nuestro paso sea tan lento como el de las montañas.

viernes, 1 de agosto de 2008

Nata Damajaute: 4 de julio 1886


(Cartel: Biblioteca Nacional. Lo podéis ver aquí. De cualquier manera, creo que el nombre es una mala transcripción de Nala Damayanti, nombre de dos personajes del Mahābhārata, que responde más adecuadamente ese gusto por los misterios de regusto exótico de aquella época. Texto: La ilustración Española y Americana; nº XXVII, 22 de julio de 1886)

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