viernes, 11 de diciembre de 2009

Desde ahí arriba


En el segundo piso, Ista freía unos huevos. Con el rabillo del ojo vigilaba a su nieto, y éste sentado a sus pies cumplía afanosamente con el infantil ritual de reconocer un objeto: golpe contra el suelo, golpe contra el suelo y a la boca.

Debajo, como activado por un resorte que se pone en marcha por el sonido de la cuchara contra su techo, Herme, cartero jubilado, sale en pijama a su balcón con una botella de agua en la mano. Se le ve bastante desgreñado y achacoso, con pocas ganas de levantarse de la cama para hacer nada. Pero hay que cuidar las plantas: es de las pocas cosas que le ayudan a olvidar que un día fue el mejor de los correos de la comarca. Agua sobre la tierra, agua sobre la tierra y tose balcón abajo.

El racimo de virus va cayendo lentamente, revolviéndose con suavidad por entre los dedos del aire que corre por la Calle del Juicio abajo, hasta pegarse de frente contra la portada de la Catedral, justo contra las imágenes que adornando las arquivoltas que recrean a los condenados del juicio final.

Siempre que he bajado por esa calle de Tudela, con un nombre tan a propósito, he tenido la sensación de que ahí mismo iban a pesar mi alma frente a la pluma de Maat.

Afortunadamente, para cuando el envío del viejo cartero llegó hasta las puertas del templo, nosotros ya estábamos dentro, lejos de todo peligro, tras aquellos sólidos muros y abiertos a la cúpula celeste que cubre aquél lugar desde hace innumerables siglos. Volvíamos a encontrarnos bajo la llave de la catedral de Tudela.



- ¿Y de eso hace mucho? –me preguntó mi compañera Larouge.

- Mucho, de cuando el viento preñaba a las yeguas.

- En serio…

- Bueeno, de allá por la primera mitad del siglo XVI.

- ¡Pues venga, coloca al personaje y ponlo a andar!

- Tu mandas. Resulta que el dueño, o quizá mejor dicho quién colgó esa llave ahí, era un tal Carlos de Eza, de quién por aquellos años en los que vivió se decía que era “hombre escandaloso y que da ocasión a vías de hecho”.

- Vamos, que es como decir que gustaba de aclarar sus diferencias a punta de espada.

- No es extraño si recordamos la época en la que vivió, y si a esto le añadimos que era de noble cuna y por ello, podemos imaginarlo orgulloso y bastante altanero.

- Me hago una idea.

- Resulta que tenía un hermano que era canónigo y con él y un criado suyo fueron a visitar a unos primos lejanos, más nobles y poderosos que él, por cierto. Con ellos, tenía las diferencias que por aquél entonces separaban a agramonteses y beamonteses, y que había llevado al tal Carlos a huir a Francia, después de combatir junto al ya difunto Cesar Borgia. Pero además había otras diferencias que les tocaban más de cerca, y que parece ser debían de tener que ver con la posesión de algunas tierras.

- ¿Agramonteses y Beamonteses?

- Si. En términos muy generales eran los dos bandos en que se dividió el Reino de Navarra según se fuera partidario del rey consorte Juan II de Aragón o de Carlos, el conocido como Príncipe de Viana. Esto después se prolongo con las diferentes interpretaciones que hizo un bando y otro con respecto al derecho de sucesión.

- El escenario ideal para novelas como “La flecha negra” o aquellas otras del señor Scott.

- Así es. Como en el encuentro que tuvieron Carlos, el canónigo y su criado resultó muerto uno de aquellos familiares lejanos, al protagonista de esta historia lo apresaron y condenaron a muerte.

- Pero…

- Pero por ser quién era, imagino, se la conmutaron con la pena de servir en el oficio de las armas en Orán.

- ¿Y fue de allí de donde se trajo la llave?

- Noooo, sin prisas, que ahí deberíamos dejar a nuestro Carlos varios años luciéndose en lo que parece que hacía de maravilla, que era abrirse camino a golpe de hierro. De hecho fue tanto el mérito que debió de hacer que terminaron por enviarle a Italia, cerca de Milán, como gobernador del castillo de Pomblín.

- ¿Y allá se lució?

- Pues a tanto no llego en lo que te puedo contar, aunque sí que es en este momento donde empieza la historia, leyenda o lo que sea que realmente tiene que ver con la llave.

- Pues dale, y cuéntame de una vez que es lo que hace esa llave ahí colgada.

- Pusieron sitio al castillo de Pomblín…

- Lo mismo hicieron ahí lo que Montaigne cuenta de aquél otro lugar donde se rindieron al enemigo a condición de que dejaran marchar a las mujeres con todo lo que pudieran llevar encima…

- …si, y aquellas sacaron a los defensores del castillo montados a caballo sobre sus espaldas… ¡ja, ja! No, no se trata de eso. A nuestro Carlos se le ocurrió que, dado que las cosas pintaban mal, lo mejor era irse, pero con la cabeza bien alta.

- Orgulloso, como parece que era…

- Orgulloso, si. Una buena noche, cuando todo debía de estar ya perdido, los defensores del castillo desaparecieron de él como por arte de magia. Cuando al día siguiente los sitiadores descubrieron la sorpresa, se dieron cuenta además de que quienes habían marchado, lo habían hecho dejando toda la fortaleza celosamente cerrada… No sólo les privaban del protocolo de entrega de la llave del lugar, que por aquél entonces era el momento culminante de un sitio, sino que además les obligaban a entrar en ella tirando por delante toda aquella puerta que se encontraran.

- Entonces…

- Esa es la llave. La trajo hasta aquí, mando colgarla sobre la capilla que su familia mandó construir en esta catedral, y retó a sus enemigos a que vinieran a por ella si se les ocurría reclamarla.

- Y no vino nadie…

- Claro está.

- Pero es una leyenda…

- O no. Quién sabe. Parte lo dicen los libros de historia. Parte se cuenta, aunque yo no lo he visto escrito. Y algo de ello hay que quizá me lo haya inventado yo.

- Entonces es mentira.

- No lo creo.

- ¿Verdad?

- Tampoco estoy seguro.

Fuera, desde las alturas de su balcón, el nieto de Ista lanzaba mijagas de comida sobre el balcón del viejo Herme. Hasta el niño se extendía un rastro de desechos en los que con un poco de esfuerzo podían distinguirse restos de cartas troceadas en mil pedazos, algún periódico humedecido y gran cantidad de bandejas de polifam del Todo-Todo del barrio. El pequeño Jesús había empezado rastreando las cáscaras de aquellos huevos que vio romper a su abuela, pero la cantidad de cosas que habían encontrado en aquél cubo, hizo que perdiera el recuerdo de lo que buscaba.


9 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Esa es pues la historia de la misteriosa llave. Curiosa y como sucede en estas historias y le concede mayor enjundia, resulta imposible discernir donde acaba la historia y comienza la leyenda. Mejor así, encantadora la anécdota de Montaigne y la descripción del juego de Jesús. Me imagino quién te sirvió de modelo. :)

Un abrazo.

Vere dijo...

Todos los que te seguimos sabíamos que íbamos a conocer una bella historia en relación con la llave de la catedral. ¿Como era aquello de que si aparecía un clavo en una pared es porque alguien iba a acabar colgado allí? Ficción de la buena.
Un abrazo.

anarkasis dijo...

debe estar removiéndose en la tumba el honor del Carlos de Eza ese,
y como salga te va a dar unas cuchilladas
Pero a mí me vale, así, sin cuchilladas muy divertido.

Isabel Barceló Chico dijo...

Muy habilidosos el señor Carlos. Con todo, se quedó sin el castillo... Me interesa eso de que luchó con César Borgia, un hombre muy singular que murió como un romántico... Besos, querido amigo.

Charles de Batz dijo...

Imaginas bien, querido Goathemala, ahora cuento con otros puntos de inspiración a la hora de escribir mis anotaciones. Por ejemplo, lo de la cuchara, es algo que se repite casi todos los días. En ocasiones le da por cambiar y lo hace con el mando a distancia de la tele y puedes imaginar la que se organiza si alguien la está viendo. La parte final, la de los restos de comida, etc, es algo más alegórico.

Vere, he intentado que hubiera parte de ficción, bastante más de realidad y una pizca -creo que la peor parada- de alegoría, como le decía a Goathemala. Seguiremos intentándolo.

Puestos a sacar el cuchillo, Anarkasis, mejor sería que lo haga para cortar un poco de jamón, que por mucho que se remueva en su tumba, eso igual lo hace levantarse, coger las llaves e invitarnos a conocer las bodegas del tal castillo.

Parece que lucho junto a Cesar Borgia, querida Isabel, cuando éste se llego a Navarra hacia 1508 tras huir del Castillo de La Mota de Medina del Campo disfrazado de mercader.Después de un montón de aventuras sin fin, se une a las tropas de su cuñado Juan de ALbret en su lucha contra Fernando el Católico. Parece ser que fue entonces cuando le conoció y luchó junto a él el tal Carlos de Eza según se cuenta en algún libro.

Gracias por vuestra visita

Salud

Anónimo dijo...

... Pues vaya intento, cuando sea mayor me gustaría intentarlo la mitad de bien.

Adevertencia: pronto empezará a experimentar con líquidos en caída libre. Para ello como buen científico necesitará repetir los experimentos varias veces sin interferencias externas. Cuando no oigas más ruido que un grifo, corre. Corrijo, cuando hay un niño pequeño en casa, la situación normal es el ruido. Si no se oye corre.

Te he copiado la nube de tags.

Herri dijo...

Estaba yo el otro día por la catedral y me acerqué a un grupo; una integrante de éste preguntó al cicerone por la llave, -"Bueeeno, mejor se pasan por Tornavientos, lo que yo les iba a decir no era cierto"- "Y lo de Tornavientos ¿Es cierto?"- insistió ella -"Pues no lo se, puede que sí o puede que no, pero mis palabras iban a quedar empobrecidas con lo que allí se dice"

Salido de la resaca, te pones a lo Byron y nos traes un hermoso relato; una historia entre un principio y un final mafníficos, como siempre llena de referencias, Montaigne, agramonteses y beamonteses (entre mis apellidos se encuentra Beaumont)...

Como siempre, un placer tu lectura.

Salud y Feliz Navidad si no volvemos a leernos antes de ella.

Charles de Batz dijo...

Gracias por el aviso, querido Salamandra, aunque no se porqué me da que ya ha hecho sus primeros escarceos con los líquidos: prueba de ello son los vaso con agua que han caido en sus manos, y de ahí... al suelo. Tienes toda la razón: si hay silencio, !sal corriendo que algo pasa!.

Ilustre apellido, amigo Herri, que imagino te habrá trasladado en más de una ocasión a aquellas luchas que hubo entre Beamonteses y Agramonteses... Celebro sinceramente que hayas disfrutado con la lectura.

Muchas gracias por la visita y ya que voy despidiendo el año: que con el 2010 os llegue un año lleno de felicidad y satisfacciones.

Salud

RosaMaría dijo...

Muy bueno!Hermoso relato que viene bien leer, puesto que soy perezosa para historia, y contada así, aunque algo de ficción haya se hace ameno pero igual de instructivo. Ya me llevé la foto, gracias. Lo del niño puro ensayo-error, excelente...Un abrazo

Geoclock


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