De esto hace más de 150 años.
Si uno se fija con detenimiento en la fotografía, y deja de lado ese algo de inquietud que producen las imágenes del pasado, terminará por preguntarse por esa figura estática que parece estar observándonos sentada ante la puerta de la casa.
Pasaré a contar algo de ella.
Caroline nació en Londres el 27 de septiembre de 1794, era de origen francés y pertenecía a una de tantas familias que se habían exiliado a Inglaterra durante la revolución. Su madre pertenecía a una rica familia de Champagne, y su padre, originario de aquella misma región, murió un año después, en el desembarco de Quiberon.
Madre e hija regresaron a Francia en 1800, pero la primera falleció al poco, dejando a Caroline huérfana con tan sólo seis años. Los Perignon, familiares más próximos de la niña, fueron quienes se ocuparon de ella, dándole una educación acorde a una joven de su época, hasta que algunos años después, en 1819, contrajo matrimonio con un amigo de la familia, llamado François, que le llevaba entonces cerca de 40 años: “Aquél viejo (me parecía entonces viejo -!yo era tan joven!-, con sus cabellos grises y sus cejas negras como el ébano) me gustaba por su espíritu tan original”.
Del matrimonio nació un niño, pero dada la edad del padre poco ha de extrañar que pronto los dejara viuda y huérfano. Caroline, que, para aquél entonces debía estar más que acostumbrada a la pérdida de sus seres más próximos, volvió a casarse poco después, por conveniencia, con un militar de costumbres rígidas y puritanas, que llevarían a enfrentar a madre e hijo, hasta provocar la ruptura entre ambos.
El resto de sus vidas no sería otra cosa que un intercambio entre ambos de reproches, de inútiles demandas de afecto...
Cuando me detengo a mirar esta fotografía, me imagino a Caroline esperando el regreso de su hijo, confiada en que asomaría algún día por la puerta del jardín. Lo esperó, pienso, incluso después de verlo morir lleno de dolor entre sus brazos.
Lejos, en la capital, quedaban impresos los versos del hijo de Caroline.
11 comentarios:
Estoy convencido de que Caroline se casó de nuevo por el bien de la poesía. ¿Qué hubiera sido del poeta sin conflicto?. Un placer Charles.
la foto vieja vieja, Victor y Ana perfectos en ella, rebosando versos
El afecto imperecedero de una madre retratado en la fotografía y en tus palabras. Especulo acerca de su hijo.
No me olvido de tu libro, debiera estar cerca ya de salir.
Un abrazo a todos.
Totalmente de acuerdo contigo, amigo Vere: parece necesario que exista un conflicto para que haya poeta. Que lo haya o que, por lo menos, crea que lo hay. Tal y como insinuas ¿hubiéramos tenido un Baudelaire si su madre no se hubiera casado por segunda vez con aquél Jacques Aupick... Quién sabe.
Si están Victor y Ana, querida Anarka, fijo que puede que la foto sea vieja, de antes de que supiéramos que es eso de la SGAE.
El libro, querido Goathemala, !el libro!... como no se trata de un encargo, ni de nada apadrinado por el cultureta de turno, parece que es algo que no debe tener demasiada prisa. Nos llegaron las primeras galeradas hace mucho tiempo, las devolvimos en marzo prometiéndosenos que nos entregarían las segundas y últimas en breve plazo... breve... o el concepto de breve yo no lo tengo claro, o la cosa se retrasa demasiado sin que podamos hacer nada. Si no fuera porque tenemos escrito el compromiso de publicación, estaría ya temblando. En cuanto sepamos algo os lo contaré.
Salud
Y gracias por vuestra visita.
Lettre à Madame Aupick, écrit le 26 décembre 1853 à Paris
Vraiment, ma chère mère, je suis bien désolé de t'avoir affligée. Comment peux-tu prendre si à cœur des brutalités d'expression? Ignores-tu donc qu'il m'est impossible de méconnaître toute ta valeur comme mère? Je ne te connais bien en réalité que depuis que ma raison s'est fortifiée, c'est-à-dire depuis peu d'années. Mais mon caractère s'est aigri en même temps, et [c'est] ce qui altère quelquefois mon langage.
(......)
Mille remerciements du reste.
CHARLES.
Gracias por las pistas. Siempre disfruto rastreando los indicios que dejas en tus textos, y esta vez he encontrado la foto y la correspondencia entre C.B. y su madre. Ese es un trozo de una carta del día después de Navidad.
Un abrazo
Una imagen muy interesante y, sí, un poco inquietante con esa mujer rodeada de soledad. En cuanto al poeta y sus viviencias, no sé qué decirte. Yo creo que la poesía se lleva en las venas y luego se cultiva. Si la experiencia hubiera sido otra, más feliz o menos conflictiva, la poesía habría emergido también, pero quizá con otras formas o con otros temas u obsesiones. Creo que la experiencia poética se da por razones de sensibilidad, no por razones de experiencia.
Una entrada preciosa, querido amigo. Espero que pronto ese libro nos de la alegría de salir. Un abrazo.
¡Descubierto el poeta! Lo pusiste complicado. No quise buscar en internet. Me despistó mucho el nacimiento de ella en Londres.
Respecto al libro, si en una cadena nos encontremos con un inútil la cadena entera se hace inservible. Y como toque algo de la administración ni pensarlo. Espero tus noticias.
Un abrazo.
Estimado fab, creo que nos has traído un claro ejemplo de lo que contaba en mi anotación... Celebro y agradezco de verdad que disfrutes rastreando en los indicios que suelo dejar en mis anotaciones.
Desde luego, querida Isabel, que no creo que haya una norma. Que puede haber poetas con pasados apacibles, pero que son grandes creadores. En cierta medida es como cualquier otra labor profesional: primero existe una predisposición, aptitud o sensibilidad, que nada sería si no se acompañara después de unos conocimientos técnicos y una experiencia en su aplicación. Así lo es tanto para la poesía como, por ejemplo, para la cría de aves. Otra cosa es, cuando Vere y yo nos referíamos a Baudelaire, que pensemos que su obra no hubiera sido la misma, si no fuera por el pasado que tuvo. Vamos, que creo que en el fondo estamos bastante de acuerdo.
Si que toca en algo a la administración, por eso que estoy haciéndome cruces, Goathemala... Pero bueno, pienso que siendo ese el medio, no son tan raros y preocupantes los retrasos, pues es algo normal que no detendrá el proceso. Eso espero.
Muchas gracias a todos por vuestra visita y vuestros comentarios.
Salud
Y yo, inculto de mí, pensando en Rimbaud, confundiendo fechas, lugares de nacimiento; en lo del padre militar si que coinciden (el padrastro de Baudelaire).
Y totalmente de acuerdo con las apreciacines que haceis tanto Vere como tu sobre su obra,sin esa vida las flores hubieran sido otras seguramente.
Sin duda, amigo Herri, que tienen muchos puntos en común Baudelaire y Rimbaud. De hecho, muchos empezamos a leerlos casi al mismo tiempo, uno tras otro,como queriendo seguir esa corriente poética a la que entonces nos habíamos lanzado buscándonos a nosotros mismo entre aquellas aguas...
Como siempre, gracias por tu visita.
Por fin llegaron las segundas galeradas. Últimas correcciones y a volar.
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