martes, 5 de agosto de 2008

La encantadora de serpientes

Ocurre que a uno la curiosidad le lleva allá por donde ella quiere, sin reparar en el camino que me había trazado, desdeñando intereses, deberes o conveniencias, para conducirme por senderos que apenas se mencionan en los itinerarios, y por los que al final -tras olvidar el extravío merced al hallazgo de un hermoso arroyo, una bella panorámica o el desconocido canto de un ave-, termina uno siempre encontrándose con una interminable pared rocosa que le despierta de sus ensoñaciones, maldiciendo los hados que le han hecho salirse de su ruta y perder el tiempo en tan yermos entretenimientos.

Para que esto suceda, es condición necesaria, aunque no indispensable, que uno tenga tiempo. Y esto sólo ocurre cuando se está de vacaciones -que no es mi caso-, fin de semana -que tampoco lo es-, fuera del trabajo -no-, o en ese particular estado de relajo al que un amigo visitante de esta casa le dio la denominación genérica de “ausencia del jefe”.

Pues bien, estando yo en esta última circunstancia, revisaba tranquilamente mi cuaderno hasta que me detuve en la anotación que tiene fecha del viernes pasado. En ella se habla de un espectáculo que se celebró en Madrid allá por los años 80 del siglo XIX. La dichosa curiosidad me hizo preguntarme por quienes fueron realmente aquellas personas que en ese momento de sus vidas coincidieron, de una manera u otra en aquél espectáculo.

¿Adam Forepaugh?, la verdad es que no fue difícil dar con él, pues basta con buscarlo con el google y descubrir que se trataba del típico “self made man”, que tanto gusta a los difusores del sueño americano: de humildes orígenes, entró de mozo en una carnicería cuando apenas levantaba unos palmos del suelo, y treinta años después era un próspero empresario del mundo del espectáculo circense... La búsqueda de este personaje tiene un aliciente añadido, y es que el curioso se encontrará con facilidad extensas colecciones de carteles circenses del siglo XIX, llenos de un especial encanto.

De “el simpático Tony Grice”, también parece que hay bastante que decir, pues por lo que leí, se trata del primero de tres generaciones de Clowns afincados en Sant Adrià de Besòs, aunque el primero de ellos procedía de Inglaterra. La fama de esta casta de humorista llegó a cruzar fronteras y océanos, haciendo de los Tony Grices con sus acrobacias sobre todo tipo de animales y sus ingeniosos diálogos con el augusto de turno, una de las presencias más solicitadas en las principales pistas circenses del mundo.

Pero la que a mí más me interesaba era, casualmente, la que resultaba mas difícil de atrapar: la que según el cartel anunciador se llamaba Nata Damajaute. No es de extrañar, pues es imposible resistirse a desvelar un origen incierto, el misterio de un nombre y, más aún, a ese irresistible poder de fascinación que provoca un espectáculo de tal sensualidad, que tenía ademas la virtud de referenciar a aquella lejana y primigenia Potnia Theron, por un lado, y a la serena y protectora Mami Wata, por otro.

Parece que la historia de la encantadora de serpientes comienza con un tal Breitwieser, un conocido cazador de la época que fue contratado por un empresario circense de apellido Hagenbeck para viajar al Sudeste de Asia y a las islas del Pacífico, con el objeto de traerle reptiles, insectos y cualquier otro animal que pudiera atraer la atención de su público.

No le debió ir mal al cazador pues, según se contó entonces, se trajo consigo además de una extensa colección de fieras y reptiles, una misteriosa esposa, procedente de Samoa o Borneo, que respondía al nombre de Maladamatjaute. Aquella extraña mujer tenía la sorprendente habilidad de encantar a las serpientes, y jugar con ellas en torno a su cuerpo de la misma manera que por aquella época podía verse en los exóticos grabados realizados por los viajeros procedentes de las tierras de oriente.

Poco después de su llegada a Hamburgo, alrededor de 1880, Maladamatjaute comenzó a trabajar en el espectáculo de Hagenbeck, con tanto éxito que pronto atravesó el Atlántico para ser aclamada en los Estados Unidos, donde un periódico de Filadelfia la anuncia en 1885, con una ilustración en la que se le ve rodeada por muchas serpientes y sosteniendo en lo alto sobre su cabeza a dos de ellas, mientras otras tantas se enroscan alrededor de su cuerpo. Ya por aquél entonces había cambiado su nombre:

"Nala Damajanti - la Emperatriz del Mundo de Reptil – la mayor y más asombrosa encantadora de serpientes del Indostan".

Maladamatjaute debió viajar mucho durante las dos década que llegan hasta 1900, y trabajó para los más importantes empresarios circenses del momento: Adan Forepaugh, Wilhelm Zimmermann, y el mismo Hagenbeck que la descubrió, entre otros. Pero su mayor éxito sin lugar a dudas fue el que tuvo en el “Folies Bergere” de Paris a finales de 1886, donde se le anunciaba con un cartel que decía "Nala Damajanti - Charmeuse Hindoue".

Parece ser que Nala siguió actuando durante todos aquellos años tanto en Europa como en los Estados Unidos bajo nombres ligeramente diferentes (Maladamatjaute, Nala Damajanti, Nata Damajaute,...). Tan famoso como su poder sobre las serpientes, y seguramente con el mismo capacidad de reclamo para el público, eran el aspecto con el que se presentaba a las funciones y que era, en cierta manera, su más perfecta obra: adornaba su cabeza una espesa cabellera negra y ondulada, separada por una raya al medio, se presentaba ataviada con un vestido de aire hindú, lleno de adornos, un corpiño apretado, numerosos collares y unos característicos pendientes de aro.

Sin embargo, y para quién haya seguido leyendo hasta aquí con algún interés, hay algo que quizá pudiera romper todo el misterio y encanto de esta curiosa historia. Al año siguiente de haber sembrado tantos éxitos en el Folies Bergeres, el autor Georges d' Heylli publica su Dictionnaire Des Pseudonymes, en el que dedica unas líneas a nuestra encantadora de serpientes, contando lo siguiente:

“Nala – Damajanti. Encantadora de serpientes en el Folies-Bergères donde causó sensación a finales del año 1886. Decían que era india, y fue presentada por el célebre Barnum. Un proceso donde ella figura en marzo de 1887 revela al público la verdadera nacionalidad de Nala-Damajanti, la cual se llamaba más sencillamente Émilie Poupon, y que había nacido en Nantey (Jura) el 4 de julio de 1861, muy lejos de las orillas del Ganges como se ve”.

Poco parece que importó el misterio supuestamente desvelado, pues como ya ha quedado dicho, a Nala le quedaban por aquél entonces todavía muchos años de éxito entre las gentes que queriéndolo o sin querer, seguían viendo en ella a una misteriosa y exótica encantadora de serpientes.

6 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Menudo trabajo de investigación el tuyo. Gracias. Así que como artista libre adoptaba la estética hindú porque era la que mejor encajaba con su espectáculo. Lo mismo el motivo era para eludir las críticas de una sociedad bienpensante. Vamos, para no ser reconocida.

Hay mucho atractivo en estas vidas que sacas del olvido quitándoles el polvo y revistiéndolas de toda la dignidad que tuvieron. Te quedo agradecido.

Saludos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Pues sí, era una encantadora de serpientes, y eso está por encima de su origen, su nacionalidad o cualquier otra circunstancia. Y más sabiendo encantar al público... Estás muy productivo, querido charles, y me alegro de esa situación tuya de "en ausencia de jefe". Besitos.

Leodegundia dijo...

Si interesante me había resultado tu artículo de "Nata Damajaute: 4 de julio 1886", este no lo es menos, incluso yo diría que lo es más por la nueva información que aportas y el gran trabajo de investigación que hiciste.
En cuanto a la encantadora de serpientes lo importante es como se presente al personaje, sobre todo si lleva una buena dosis de misterio, a la gente le gusta más esto que la realidad.
Un abrazo y felicitaciones por este trabajo.

Freia dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo dicho en los comentarios anteriores, en especial con la labor de investigación y la "fecundidad bloguera"
Y por encima de todo queda la facultad de encantar serpientes y de encantar también personas, como dice Isabel

Charles de Batz dijo...

Así es Goathemala, cuando buceas un poco en cualquiera de las existencias con las que puedes cruzarte en tus lecturas, descubres en ellas el pulso de la vida, su lucha por salir adelante, y todas la vicisitudes con las que se tuvieron que enfrentar. El saber de ello es, para mí, algo que tiene mucho atractivo.

Pienso, querida Isabel, que, al final, poco importa lo que realmente era, pues si vamos a ello no se trataba de otra cosa que de espectáculo, y ahí las reglas que diferencian entre lo que es real y falso son muy diferentes.En ello está el mérito de estas personas.

Gracias, amiga Leo, por tus palabras con respecto a la información del texto. Fue algo nada premeditado pero, como ya lo digo ahí, la curiosidad pudo conmigo, y quise saber un poco más acerca de Nala y si misteriosa personalidad.

Como bien sabes, amiga Freia, esto de la "Fecundidad blogera" va por rachas y depende de muchas cosas. Quizá haya influído en mi la actitud que he tomado con este cuaderno desde que lo empecé.

Muchas gracias por vuestra visita

Anónimo dijo...

Casi dos años después de publicarse esta anotación llego a este blog, cuya existencia desconocía (como se deduce fácilmente). Gracias, porque al fin he encontrado noticias de la intrigante Miss Nata que se me apareció mientras miraba carteles antiguos en la Biblioteca Digital Hispánica... Esperaba que Google me remitiera a la Wikipedia, pero no; más que nada, lo que he encontrado han sido sitios que han tomado prestado el cartel de la BDH (y en algunos casos lo han "resellado" tapando la marca de la Bilioteca con la suya propia).

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